Gravisimo lo que acaba de revelar Carla Garcia
La comunicadora Carla García, hija del expresidente Alan García, ha hecho una denuncia que sacude el ambiente político y artístico del país.
A través de su cuenta de X (antes Twitter), García expuso lo que muchos sospechaban, pero nadie se atrevía a decir: los artistas y orquestas que se suman a la marcha contra la inseguridad lo hacen bajo presión de los grupos de izquierda, conocidos como “caviares”.
En un explosivo mensaje, García afirmó que los músicos no están allí por voluntad propia, sino porque han sido forzados a plegarse a una causa que antes habían rechazado. “Antes los extorsionaban los delincuentes y ahora los extorsionan los caviares”, denunció la comunicadora, dejando en evidencia la verdadera cara de quienes buscan manipular la justa protesta ciudadana.
El caso más escandaloso es el de la popular orquesta Armonía 10. Inicialmente, la agrupación de cumbia había decidido mantenerse al margen de la manifestación del 21 de marzo, señalando que ciertos grupos políticos pretendían desviar el propósito original de la protesta.
Sin embargo, en un giro inesperado, la orquesta anunció su participación, lo que despertó sospechas inmediatas sobre una posible coacción detrás de bambalinas.
Este cambio de postura ha generado una ola de indignación. ¿Cómo es posible que una agrupación que defendía su independencia ahora se pliegue a una marcha que ya no es ciudadana, sino una plataforma política disfrazada? García, con la franqueza que la caracteriza, no dudó en señalar a los verdaderos responsables de esta movida: los mismos sectores que siempre han querido apropiarse de la voz del pueblo para imponer su agenda.
La situación ha llegado a tal punto que incluso expertos en seguridad, como el exministro del Interior, Gastón Rodríguez, han advertido sobre la intromisión de estos grupos en la marcha.
Según Rodríguez, lo que debería ser una protesta legítima contra la criminalidad se ha convertido en un escenario perfecto para que los caviares manipulen a la opinión pública, desviando la atención de los verdaderos problemas que enfrenta el país.
El debate está más encendido que nunca. Mientras algunos celebran la participación de artistas y orquestas en la manifestación, otros consideran que esto solo demuestra el poder de la coerción ejercida por los grupos políticos que buscan protagonismo a toda costa.
¿Estamos realmente ante una protesta contra la inseguridad o es solo otro intento desesperado de la izquierda por apropiarse del sentir popular?

Carla García ha destapado una verdad incómoda que muchos preferirían ignorar. La marcha, que nació como un clamor ciudadano, corre el riesgo de convertirse en un espectáculo manipulado por aquellos que solo buscan beneficio propio.
El pueblo merece respuestas, y la pregunta clave sigue en el aire: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar estos grupos para imponer su narrativa?



