Adios Mario Vargas Llosa
En un giro que parece sacado de una de sus propias novelas, Mario Vargas Llosa, el más célebre escritor peruano y Nobel de Literatura, falleció este 13 de abril de 2025 a los 89 años, cerrando con broche de oro una vida que no solo estuvo marcada por las letras, sino también por las polémicas políticas más ardientes del Perú. Y es que Vargas Llosa no se fue sin antes escribir —no con tinta, sino con convicción— el capítulo final de su posición política, dejando atrás décadas de antifujimorismo para abrazar la causa de Keiko Fujimori frente al amenazante ascenso del comunista Pedro Castillo.
La noticia de su muerte ha estremecido al mundo entero. Fue su familia —Álvaro, Gonzalo y Morgana— quienes confirmaron el deceso en un comunicado cargado de emoción, describiendo su vida como “larga, múltiple y fructífera”, y dejando claro que su legado literario vivirá eternamente en las bibliotecas del planeta y en el corazón de millones. Pero más allá de las páginas de La ciudad y los perros o Conversación en La Catedral, Vargas Llosa será recordado también por un acto de redención patriótica: su apoyo decidido y valiente a Keiko Fujimori en las elecciones presidenciales de 2021.
¿Quién hubiera imaginado semejante giro? Vargas Llosa, que en los noventa fue uno de los más feroces críticos de Alberto Fujimori, el mismo que denunció su autoritarismo, corrupción y atropellos, terminó reconociendo públicamente que el verdadero peligro para el Perú era el comunismo retrógrado representado por Pedro Castillo. Con una lucidez pocas veces vista en un intelectual de su talla, se sacudió de décadas de rencor para abrazar lo que él mismo llamó “el mal menor”, y con firmeza lanzó su respaldo a Keiko, demostrando que su amor por la democracia y la libertad estaba por encima de viejos odios.
“Un país al borde del abismo no puede darse el lujo de experimentar con doctrinas fracasadas”, escribió en ese entonces. Sus palabras resonaron como campanadas de alerta en una nación dividida, donde muchos no supieron ver el verdadero rostro del comunismo hasta que ya fue demasiado tarde. Vargas Llosa sí lo vio. Y aunque Pedro Castillo terminó ganando aquellas elecciones, el escritor se convirtió en símbolo de una resistencia civil que se niega a morir.
Murió Mario Vargas Llosa, sí. Pero no sin antes redimirse ante su país. No sin antes enfrentar con valentía su pasado político y elegir el camino de la defensa democrática. En tiempos de tibios, él eligió ser valiente. En un Perú que parece condenado a repetir errores, él dio el ejemplo de que incluso los más acérrimos críticos pueden reconciliarse con su patria cuando la libertad está en juego.
¡Hasta siempre, maestro! Su pluma se apaga, pero su voz retumbará como un trueno cada vez que la democracia vuelva a estar en peligro.