Valiente empresario desafía en vivo a Francisco Sagasti
El empresario de transportes Miguel Ciccia ha desafiado completamente al presidente Francisco Sagasti luego de anunciar que tienen contratos avanzados con la vacuna rusa Sputnik V, la cual será administrada para todo el personal del gremio de transporte, y así ayudar a cientos de personas que mantienen contacto frecuente con el público.
Fue tenaz durante la entrevista, y en un momento dado se refirió a Sagasti en más de una oportunidad, comentando lo siguiente:
“Así, en aduana, en la cara del señor presidente vamos a decirle: ¿Prefieres que se descongelen y se muera la gente? La negociación está bien avanzada y la vamos a traer. A ver si nos dice que no pueden ingresar”
Con tal valentía enfrenta a Sagasti, colocando por encima de todo y todos la seguridad de sus empleados.
Recordemos, además, que la vacuna rusa es la única que permite la venta al sector privado; por lo que irán llegando poco a poco los gremios de agricultura, minería y demás a comprar las dosis necesarias.
“Al señor Sagasti le digo que se quite ese pensamiento tan tonto de que: “si se vacunan los ricos, primero deben vacunarse los pobres; y de que si fallecen los pobres también los ricos” Es una ideología nefasta cuando lo principal y lo más fundamental es la vida” agrega el empresario Ciccia.
Las palabras de Sagasti, esa ideología tan errónea debe ser eliminada cuanto antes, porque si el sector privado tiene la posibilidad de resguardar la seguridad de sus trabajadores, ¿por qué negárselo? Al contrario, deberían permitirle la comercialización ya que al no hacerlo se estaría jugando con la vida de miles de personas.
Eso sí es un delito penado por la ley, ya que la salud debe ser prioridad; y en este caso Sagasti no quiere que los “ricos” puedan vacunarse por una razón que él llama “equidad”
Que, por cierto, está completamente equivocado en el significado.
Ahora bien, este empresario, dando la cara por sus trabajadores es toda una gran hazaña. Una acción que pronto más empresarios copiarán con tal de salvar a sus empleados, y eso ni siquiera Sagasti puede detenerlo.
