INTERES GENERAL

Rosa Maria Palacios perdio la cabeza para siempre

La periodista Rosa María Palacios, reconocida por su trayectoria y también por las múltiples polémicas que la rodean, ha decidido dar un giro inesperado a su estrategia de defensa frente a los graves señalamientos que la vinculan a un evidente conflicto de intereses.

Con un tono desafiante, pero lleno de victimismo, la abogada ha anunciado una querella penal que parece diseñada más para desviar la atención que para buscar justicia.

En un post de redes sociales, Palacios exhibió con orgullo la denuncia presentada ante el Juzgado Penal Unipersonal de Lima, acusando a periodistas de Willax TV y hasta a la misma SUNAT de violación de su intimidad y uso indebido de archivos computarizados.

En sus palabras, afirmó ser víctima de una serie de ataques: “No soy la primera persona que sufre una violación de su intimidad por parte del medio Willax TV y de la SUNAT, pero espero ser la última. No me queda más remedio que la denuncia penal que ya ha sido interpuesta. Lo ofrecido. Ya cumplí mi advertencia”.

Sin embargo, este acto de aparente valentía es percibido por muchos como un intento descarado de desviar el foco de las graves revelaciones que el programa ContraCorriente de Willax Televisión destapó.

Según este medio, Palacios habría combinado su labor periodística con asesorías corporativas a grandes empresas como Pacífico Seguros, AUNA, SiderPerú, Graña y Montero, entre otras, acumulando ingresos que ascienden a los 477 mil soles en los últimos diez años, mientras ejercía su profesión de periodista.

Este evidente conflicto de intereses no solo ha generado indignación, sino también un llamado a cuestionar la transparencia de Palacios en su rol de “defensora de la verdad”. ¿Cómo puede alguien que asegura ser un bastión de la ética periodística manejar un doble rol tan evidente?

En un acto que muchos califican de cobarde, Palacios ha optado por demandar a José Carlos Paredes Rojas, Augusto Thorndike, Víctor Mejía Ninacóndor y otros, buscando una reparación civil de un millón de soles.

Pero lejos de acallar las críticas, su querella parece confirmar lo que sus detractores han señalado: una maniobra para victimizarse y desviar la atención de sus propias acciones cuestionables.

Por si fuera poco, Palacios también acusa acoso por parte de una reportera de Willax que, según ella, llegó a su domicilio y le escribió mensajes por WhatsApp.

Sin embargo, esta narrativa, que busca conmover a la opinión pública, parece insuficiente frente a las contundentes pruebas de su aparente doble estándar ético.

Las preguntas quedan en el aire: ¿Es esta querella un acto genuino de defensa o un desesperado intento de silenciar a quienes han sacado a la luz los trapos sucios de su vida profesional?

Lo cierto es que Rosa María Palacios enfrenta un huracán de críticas, y su estrategia de victimización podría terminar enterrándola más profundamente en el ojo del escándalo.

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