TELEVISION

Mira lo que es capaz Juliana para no desparecer de la TV

La periodista Juliana Oxenford atraviesa su momento más crítico tras ser expectorada de la televisión abierta por la aplastante baja audiencia de su programa.

Ahora, en un intento desesperado por mantener con vida su espacio digital, Búnker, no ha dejado de hacer cambios de horario sin éxito, evidenciando su creciente angustia por recuperar el terreno perdido.

Oxenford, quien alguna vez se vendió como una de las voces más influyentes del periodismo progresista en Perú, parece haber perdido toda credibilidad.

Su programa en YouTube ha pasado por varias modificaciones horarias con la esperanza de captar más audiencia: primero a las 7 p. m., luego al mediodía y, ahora, en un último intento, se trasladará a las 8 a. m. en busca de una fórmula mágica que detenga su declive.

El anuncio del nuevo horario fue realizado por la misma periodista a través de su cuenta en X (antes Twitter), donde expresó:

“A partir del próximo lunes, el análisis político y toda la información que necesitas conocer llegan más temprano. Cambiamos de horario, seguimos en @bunker_pe y en simultáneo por @larepublica_pe. Esta semana seguimos a las 11 a. m.” Sin embargo, esta medida solo confirma lo que muchos ya sospechaban: su programa no despega y el público la ha dejado de lado.

Pero los problemas de Oxenford no terminan ahí. La reestructuración de la agencia estadounidense USAID, que históricamente financió a medios caviares en América Latina, ha representado un golpe devastador para el ecosistema mediático progresista en el país.

Aunque se sabe que Búnker no recibía directamente estos fondos, el recorte presupuestario ha dejado a medios afines sin el respaldo económico con el que antes contaban, generando un impacto negativo en toda esta maquinaria de desinformación.

A pesar de este revés, los medios progresistas en Perú seguirían contando con el apoyo financiero del hijo del magnate George Soros, cuya influencia en la región sigue intacta.

Este respaldo permitiría que espacios como Búnker continúen en funcionamiento, aunque cada vez con menos respaldo del público, que es finalmente quien decide qué contenido consume y qué periodistas realmente gozan de credibilidad.

La situación de Oxenford es un reflejo de cómo la audiencia peruana ha cambiado sus preferencias, inclinándose por periodistas que no ocultan su línea editorial y que mantienen un mayor compromiso con la verdad. Mientras tanto, Búnker continúa su caída libre, y su conductora parece dispuesta a cualquier maniobra para evitar el fracaso definitivo.

¿Logrará salvar su programa o estamos presenciando el último capítulo de su carrera periodística?

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