Confirmado lo de Juliana Oxenford
La periodista Juliana Oxenford, alguna vez figura destacada en la televisión abierta, parece estar enfrentando el capítulo más oscuro de su carrera. Tras ser expectorada de la pantalla chica por su notoria pérdida de credibilidad, Oxenford lucha ahora por mantenerse relevante en el mundo digital. Su programa en YouTube, titulado Bunker, no ha logrado despegar como se esperaba, y la falta de patrocinadores ha evidenciado las dificultades económicas que enfrenta.
En un intento por sobrevivir, Oxenford recurrió a pedir colaboraciones a través de Yape, un gesto que rápidamente generó burlas y críticas en las redes sociales. Sin embargo, los resultados fueron decepcionantes. Al no conseguir el rédito económico esperado, la periodista tuvo que buscar nuevas alternativas para salvar su espacio.
Es así como, siguiendo el camino de otros periodistas tildados como “caviares”, Oxenford encontró refugio en la plataforma digital de La República. Desde allí, intenta llegar a un público más amplio, combinando la transmisión de su programa en su canal de YouTube con la difusión en esta conocida página web.
“Desde este lunes, a las 11 a. m., @Bunker_pe se transmite por partida doble. Salimos por nuestro canal de YouTube y llegamos a más gente en simultáneo gracias a la plataforma digital de @larepublica_pe”, anunció con entusiasmo en su cuenta de la red social X. Pero ¿es esto realmente un avance o simplemente una tabla de salvación para mantenerse a flote?
Con esta decisión, Juliana Oxenford se suma a una lista de periodistas desplazados de la televisión convencional, como la colombiana Clara Elvira Ospina, acusada de difamación, y Jaime Chincha, quienes también encontraron en La República un espacio tras ser rechazados por las grandes audiencias.
La situación de Oxenford es un claro reflejo de lo que muchos llaman el declive de los periodistas “caviares”, quienes, tras perder el respaldo del público por avalar al gobierno corrupto y de izquierda de Pedro Castillo, se refugiaron en plataformas digitales. Aunque se autodenominan “prensa independiente”, sus detractores los acusan de continuar promoviendo discursos sesgados y atacar con ferocidad a quienes no comparten su ideología.

El caso de Juliana Oxenford no solo pone en evidencia la fragilidad de una carrera construida en un pedestal mediático, sino también la realidad de quienes, al perder la confianza de los televidentes, buscan desesperadamente una última oportunidad en el entorno digital. ¿Logrará este movimiento salvar lo que queda de su imagen pública o marcará el definitivo ocaso de una periodista que, según muchos, ya no tiene nada nuevo que ofrecer? Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, su lucha por sobrevivir se roba los titulares.



