Cayo Gorriti y de la peor manera
La reciente investigación del periodista Gino Román, publicada en Diario UNO, ha sacudido los cimientos del poder mediático en el Perú. En el ojo del huracán se encuentra Gustavo Gorriti, quien durante años ha mantenido una posición privilegiada en la política peruana bajo la fachada de periodista independiente.
Sin embargo, nuevas revelaciones lo exponen como una pieza clave dentro de una red de tráfico de armas con ramificaciones internacionales.
Gorriti, director de IDL-Reporteros, ha sido señalado como un operador político que manipula a fiscales supremos y altos funcionarios estatales. Su ONG ha recibido financiamiento millonario de entidades de dudosa reputación, como la Open Society Foundations de George Soros y la USAID, supuestamente desactivada.
Pero lo más alarmante es su conexión con traficantes de armas israelíes, lo que deja al descubierto un entramado de corrupción y crimen que involucra a su círculo más cercano.
La peligrosa amistad con Leonardo Gleser
Uno de los personajes más comprometidos en esta investigación es Leonardo Gleser, un supuesto experto en seguridad de nacionalidad israelí y argentina, que mantiene una estrecha relación con Gorriti desde hace más de 40 años.
Gleser, quien practica judo con el director de IDL-Reporteros cada fin de semana, es un nombre que resuena en los círculos internacionales de tráfico de armas.
Hace un año, la casa de Gleser en Israel fue blanco de un ataque con misiles por parte de Irán. La pregunta que surge es inevitable: ¿por qué Irán atacaría la residencia de un simple instructor de seguridad? La respuesta es escalofriante. Leonardo Gleser es, en realidad, Leo Gleser, un reconocido traficante de armas a nivel global y dueño de ISDS Ltd. (International Security and Defense Systems), una empresa con sede en Israel que opera en múltiples países con actividades que van desde la venta de software de espionaje hasta el suministro de armas a gobiernos represivos.
Este supuesto experto en seguridad, bajo la fachada de un abuelo amoroso, ha sido señalado en diversos informes internacionales por entrenar a fuerzas militares en métodos de tortura y por vender equipamiento de vigilancia masiva.
Su historial lo vincula con la venta de armas en Honduras, El Salvador, España y México. Más recientemente, fue detenido en Gabón, África Central, en una operación encubierta del FBI tras ser descubierto sobornando a ministros de Interior y Defensa de varios países.
Perú en la mira del tráfico internacional de armas
Lo más inquietante de esta revelación es que el gerente de ISDS Ltd. en el Perú es nada menos que Saúl Michkin Chlimper, un personaje de gran influencia en los círculos de poder. Su cercanía con Gorriti y su participación en actividades ilícitas deja en evidencia el verdadero rostro del periodista, quien no solo maneja un aparato de manipulación política a través de IDL-Reporteros, sino que además estaría vinculado a redes de tráfico de armas que operan impunemente en el país.
Esta investigación es solo la punta del iceberg de una red de corrupción que se extiende más allá de las fronteras peruanas. Los vínculos de Gorriti con el tráfico de armas plantean serias preguntas sobre la independencia de su labor periodística y la agenda oculta que promueve desde su plataforma mediática.
Ante estas revelaciones, la gran incógnita es: ¿las autoridades peruanas tendrán el valor de investigar a fondo a este personaje intocable o seguirán permitiendo que opere en las sombras? El tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que la verdad ha comenzado a salir a la luz y, con ella, se derrumba la imagen del periodista que durante años se ha presentado como el guardián de la justicia en el país.